Desde tiempos antiguos, el ser humano ha comprendido que la vida no se sostiene solo con el cuerpo físico, sino que existe una red invisible que nos conecta con nuestra fuerza vital. Esa red son los chakras, centros energéticos que regulan el flujo de energía y nos mantienen en conexión con nosotros mismos y con el universo. Cuando los chakras están en armonía, sentimos vitalidad, claridad y bienestar. Sin embargo, cuando uno de ellos se bloquea o se “enferma”, la energía se distorsiona y aparece el malestar. Puede manifestarse como cansancio, dificultades en las relaciones, sensación de desconexión o incluso dolencias físicas.
Todos los chakras se alinean en un canal central, que une nuestra raíz con lo más elevado de nuestra conciencia. Cuando ese canal pierde fluidez, lo notamos: falta de fuerza vital, rigidez ante la vida, pérdida de rumbo, enfermedades.
La terapeuta Marie Louise Labonté lo expresa con mucha claridad:
“Cuando un chakra muestra malestar, el alma nos habla de nuestras necesidades.”
Comprender y escuchar a los chakras es, por tanto, una forma de conocernos más profundamente. Y cuando te vuelves consciente de tu proceso vital a través de ellos, también asumes la responsabilidad de tu vida, abriendo la puerta a vivir en mayor armonía y coherencia contigo mismo/a.
🌱 Un recorrido por los chakras

camino transformación
1. Chakra Base (Muladhara)
Es la raíz de tu existencia, la base sólida sobre la que se construye tu vida. Está vinculado tanto a lo psicoemocional como a la solidez física de tus piernas, pies y rodillas. Aquí fluye la energía vital primaria: las ganas de vivir, el sentido de pertenencia, la confianza básica en la vida.
En consulta, muchos clientes expresan tras una o dos sesiones una profunda sensación de “grounding”: sentirse habitando su propio cuerpo, recuperar vitalidad, notar cómo la energía fluye por sus piernas o incluso experimentar espasmos musculares que devuelven fluidez al movimiento.
Sin embargo, a menudo me encuentro con personas con un fuerte movimiento mental, pero con un chakra base vacío. Y es ahí cuando surge la pregunta esencial:
🌳 “Si mi cuerpo fuera un árbol, ¿cómo estarían nutridas mis raíces?”
🌳 “¿Qué necesito para sentir mi base sólida?”
🌳 “Tengo miedo al cambio, a la transición, a las decisiones que generan movimiento?”
Como decía Zorba el Buda: “Tengo sed, bebo. Tengo hambre, como. No porque lo diga la hora, sino porque lo pide mi cuerpo.”
El equilibrio del primer chakra también puede recuperarse a través del ayuno terapéutico, que ayuda a silenciar ruidos externos y a conectar con las necesidades reales que habitan en ti: miedos, dudas y deseos auténticos.
2. Chakra Sacro (Svadhisthana – Hara)
El chakra sacro es el centro de la acción en la tierra, el lugar desde donde tomamos decisiones y nos movemos en la vida. Se relaciona con las caderas, el útero, los riñones y las suprarrenales: órganos profundamente afectados cuando la energía vital se agota.
A menudo, en consulta me encuentro con personas cuya energía está sostenida por el estrés o la cafeína, pero no por esa fuerza vital auténtica que habita en el hara. Cuando este centro se abre, surge una energía calmada, poderosa y creativa.
Es aquí donde reside la fuerza guerrera. No una fuerza de rabia o de cólera, sino una fuerza serena, habitada en la calma. Quizás el Maestro Jeshua nos transmitió esta imagen de un guerrero en la paz de la acción justa: alguien capaz de observar la intención de cada acto antes de ejecutarlo.
Y me pregunto muchas veces: si los dos primeros chakras de los seres humanos estuvieran bien enraizados, ¿viviríamos hoy en un mundo tan dominado por el miedo, la violencia, las guerras y la destrucción?
Como dice una autora que aprecio, en la tierra el chakra del hara está profundamente herido. Hemos confundido términos, mezclado conceptos en nuestra falta de conexión. El amor que habita en el hara no es conquistar, dominar o eliminar al otro. Ese amor se expresa soltando la necesidad de imponer nuestro punto de vista, sin odio, sin cólera.
Cuando el chakra sacro está distorsionado los placeres se convierten en adicciones, se pierde la fuerza del guerrero interior y el poder personal se cede a lo externo, debilitando el propio camino del alma.
En cambio, cuando está enraizado en el chakra base, el poder interior se manifiesta en discernimiento, en fuerza serena, en acción vinculada al alma.
3. Chakra Plexo Solar (Manipura)
El plexo solar es el gran receptáculo de nuestro mundo emocional. Está en la boca del estómago, allí donde se anudan las emociones no digeridas y donde tantas veces sentimos dolor.
Este centro se relaciona con todos los órganos digestivos —estómago, hígado, intestinos, páncreas, diafragma—, y cada uno refleja emociones específicas. No es casualidad que, al liberar esta zona, muchas personas experimenten la necesidad de respirar profundamente, como si volvieran a inspirar la vida que estaba estancada.
En terapia he visto cómo, al desbloquear el plexo, la energía vuelve a moverse y se instala una profunda paz.
Cuando el plexo se desequilibra: la vergüenza puede encoger el cuerpo, cerrando el estómago, la cólera puede rigidizar la zona, impidiendo respirar y la represión emocional en general puede dejar este centro vacío, duro como una piedra, a la defensiva o desbordado.
Las emociones, en su estado natural, son rápidas, ligeras, como olas que vienen y van. Basta observar a los niños: pasan de la alegría a la rabia en segundos, mostrando la futilidad y naturalidad del movimiento emocional. Pero los adultos hemos aprendido a negar, esconder o juzgar nuestras emociones.
Algunos sistemas familiares niegan la rabia, otros exigen positivismo constante y no permiten la tristeza, otros huyen del dolor y lo tapan rápidamente.
Así vamos catalogando las emociones según nuestras creencias, sin darnos cuenta de que al no permitirlas, se instalan en el cuerpo y buscan otra forma de expresarse.
Lejos queda aquella frase popular: “No te enfades, que te va a…” — refranes que nos enseñaban a temer la emoción en lugar de comprenderla.
En las sesiones de Hakomi, la exploración emocional cambia cuando se le da espacio de escucha y presencia. El cuerpo responde, la postura se transforma y el plexo recupera la capacidad de habitar la calma en lugar de la tempestad.
El plexo solar, en equilibrio, nos permite sentir, digerir y expresar las emociones sin dañarnos. Es el punto en que la emoción se convierte en energía vital y en fuerza de vida.
Más adelante veremos cómo este centro se conecta con el corazón y la importancia de liberar las heridas que allí habitan para que la energía de acción no se bloquee.
Lo hermoso de este proceso es que, aunque al principio pueda sonar complejo o abstracto, cuando realizas la práctica de transformación de los chakras o te tumbas en camilla para una sanación energética, la información de tu vida emerge sola. Y lo que parecía ajeno pasa a ser comprensión interna, de ti para ti.
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