presencia amorosa en psicoterapia

Estar presentes: el regalo que cambia todo

Estar presentes: el regalo que cambia todo 1066 1600 Miriam Solé

“He estado practicando, perfeccionando y enseñando este método durante más de treinta y cinco años. Ha sido la obra de mi vida. Ha sido un regalo, un gran regalo, y me alegra compartirlo contigo.”

Ron Kurtz

Vivimos en un mundo que nos lleva de la mano hacia la prisa. Las notificaciones, los deberes, las exigencias y hasta las conversaciones parecen diseñadas para que respondamos sin detenernos. Y cuando no nos detenemos, no estamos realmente aquí. La presencia no es simplemente tener el cuerpo en un lugar; es llegar completo, con la mente, el corazón y la respiración. Es permitir que lo que sucede nos toque, aunque duela, aunque mueva. Es aceptar que la vida solo ocurre en este instante, no en la lista de pendientes ni en la historia que nos contamos de nosotros mismos.

Cuando falta presencia, es como si solo te escucharas a ti mismo, sin estar realmente con los demás. Se pierde la conexión genuina, y los vínculos se vuelven automáticos, llenos de ruido pero vacíos de contacto. La presencia es un acto de amor, tanto hacia el otro como hacia ti mismo. Es detener la prisa interna para abrir espacio a lo que ocurre aquí y ahora. Es honrar el momento presente poniendo todo tu ser a la escucha: tu cuerpo, tu mirada, tu respiración, tus silencios. Estar presente es dejar que tus sentidos se conviertan en un puente, primero hacia ti —para reconocer lo que sientes, lo que piensas, lo que vibras— y después hacia el otro, para poder encontrarte con él o ella en un lugar real y sincero. La presencia no es solo “estar con alguien”; es también permitirte ser tocado por la vida del otro sin perderte en ella, es un equilibrio delicado de entrega y cuidado propio. En ese gesto humilde y profundo, la presencia se convierte en un espacio que honra: honra al instante que se despliega, honra la verdad de quien tienes delante y honra tu propio ser en su totalidad. Allí, la relación deja de ser un intercambio mecánico y se transforma en un encuentro vivo, donde algo nuevo puede nacer.

¿Qué nos impide estar presentes?

Si la presencia es algo tan natural, ¿por qué nos cuesta tanto habitarla? A menudo no nos damos cuenta de que, en el fondo, huimos de nosotros mismos. Hemos aprendido con los años a no estar presentes porque estar aquí nos puede generar miedo, dolor o simplemente porque, en nuestros sistemas familiares, se nos enseñó así. Crecimos en entornos donde desconectar era una forma de protección, y hoy seguimos funcionando en piloto automático. Esos hábitos antiguos que un día nos ayudaron a sobrevivir, hoy nos alejan de sentir y de estar.

Vivimos gobernados por creencias que operan en lo más profundo de nuestro inconsciente. Muchas veces evitamos las relaciones que nos producen dolor: creemos que cuidar es proteger al otro de su tristeza, cuando en realidad lo que evitamos es sentir la nuestra. Pensamos que si anulamos al otro, nos ahorramos enfrentarnos a nosotros mismos. Pero la verdad es que la presencia requiere un acto de valor, porque para estar presentes con otro tienes que darte entero, con todo lo que eres. Poner tu corazón a disposición de la relación. Y en ese abrirte, la tristeza del otro te tocará, su miedo te tocará, su alegría también. Entonces aparece la pregunta inevitable: ¿qué haces con ello? ¿Huyes? ¿Intentas cambiarlo? ¿Quieres rescatar, dar consejos, proponer soluciones? Nada de eso es presencia.

Estar presentes no es resolver ni rescatar. Es sostener en silencio el dolor del otro, es dar espacio a la alegría sin miedo a su expansión, es simplemente ser. Y sin embargo, no es tan fácil porque nuestra mente suele interponerse: pensamientos constantes, juicios, explicaciones que reemplazan la experiencia viva. También la prisa de querer solucionar lo que quizás requiere tiempo. Hemos llegado a funcionar como si fuéramos un canal de “reels” que cambia de emoción cada dos minutos, cuando en realidad somos seres humanos y la vida necesita tiempo, calma y escucha.

Otra de las grandes barreras para estar presentes es la autoexigencia. Nos pasamos la vida corrigiéndonos en lugar de escucharnos. Y no solo con nosotros mismos, también con los demás: vivimos diciendo cómo deberían vivir, sentir o afrontar las cosas. No damos permiso a que los demás transiten la vida como saben. Cada uno es maestro de su propio ser, pero nosotros exigimos, censuramos, rechazamos. Y al hacerlo, nos alejamos tanto del otro como de nosotros mismos. Si no aceptas al otro en su diferencia, ¿cómo vas a aceptar tu propia duda, tus propios cambios de opinión? La rigidez con la que tratas al mundo te acaba aislando dentro de ti.

Nada de esto nos condena. Al contrario: reconocerlo es el primer paso hacia otra forma de vivir. La presencia es posible. Es volver a escuchar, a respirar, a abrirnos al instante con suavidad. Es una práctica, no una perfección. Y cuando la cultivamos, transforma cada relación: contigo mismo, con tus hijos, con tu pareja, con tus pacientes, con la vida. Reflexiona por un momento en todos los ámbitos de tu vida: ¿dónde no estás llegando completo? ¿dónde solo cumples, pero no te entregas? Atrévete a quedarte un poco más, sin huir, aunque incomode. Allí empieza el verdadero encuentro.

Presencia y relaciones

La presencia es el suelo de todo vínculo. Es la diferencia entre escuchar de verdad o esperar tu turno para hablar. Entre mirar y ver. Entre acompañar y simplemente estar al lado.

Cuando estamos presentes:

  • En la pareja, las discusiones se suavizan porque no peleamos por tener razón, sino que aprendemos a mirar juntos lo que ocurre.
  • En la amistad, surge el sostén silencioso que a veces vale más que mil consejos, que seguramente no te han pedido. ¿Puedes sostener la emoción del amigo sin querer suavizarla, cambiarla o intentar que no lo sienta?
  • En la maternidad y paternidad, la presencia se convierte en el lenguaje que los hijos más comprenden: no necesitan palabras, sino un adulto que esté ahí de verdad, abierto a recibirlos. Te invito a explorar éste espacio que comparto https://miriamsole.es/autocuidado-en-la-maternidad-cuando-parar-tambien-es-criar/
  • En la terapia, la presencia crea un espacio seguro donde lo oculto encuentra permiso para mostrarse.

La ausencia de presencia, en cambio, deja un eco de soledad: puedes estar rodeado de gente y sentirte aislado, porque no hay contacto real.

El regalo de volver

Estar presentes no es añadir algo nuevo a tu vida; es quitar el velo. Volver al cuerpo, a la respiración, al instante. Es recordar que bajo la prisa y el ruido hay un lugar silencioso que nos espera siempre.

Ron Kurtz lo entendió así: la presencia no es una técnica, es un regalo. Y como todo regalo, no se impone ni se fuerza sino que se recibe cuando hay disposición.

Un gesto para volver a ti

En la maternidad, en la paternidad y en la terapia, un pequeño gesto puede cambiar la calidad del momento. és por ello que te invito a estos días probar lo siguiente: “Antes de responder, respira”

  • Coloca una mano en tu pecho o abdomen y siente tres respiraciones completas.
  • Ponle nombre a lo que hay: una sensación corporal y una emoción.
  • Mira a tu hijo, a tu paciente o a tu pareja un segundo más de lo habitual, sin hacer nada.
  • Luego responde, pero responde desde ahí.

Este gesto, pequeño y sencillo, abre la puerta al contacto real.

La promesa de la presencia

  • Menos tensión, más verdad. No tienes que demostrar nada, solo estar.
  • Vínculos que nutren. La escucha limpia construye confianza.
  • Cuerpo como hogar. Sensación de aterrizar: “estoy aquí, puedo con esto”.
  • Libertad de elegir. Dejas de reaccionar, empiezas a responder.

🌿 Recordatorio de los Espacios para entrenar la presencia que ofrezco

🟢 Grupos de práctica quincenales online

Un refugio para ejercitar la presencia en comunidad. Prácticas simples y constantes que llevan la conciencia del cuerpo a la vida diaria. Un lugar seguro para recordar que no estás solo/a en este camino.

Súmate aquí  https://hakomibarcelona.es/practica-online-hakomi/

🔵 Taller de Chakras de autoconocimiento y purifcación

Un viaje ordenado por tus centros de energía. Comprender, sentir y limpiar lo que estanca tu vitalidad.
Si buscas claridad y ligereza, este taller es una puerta de entrada. lee más aquí sobre éste viaje que empieza en Octubre:  https://miriamsole.es/chakras-un-viaje-hacia-el-equilibrio-interior-i-parte/

🍂 Detox de otoño

Un respiro para tu cuerpo y tu mente en sintonía con la estación.
Prácticas suaves, alimentación consciente y silencio nutritivo.
Si tu cuerpo pide pausa, aquí tiene el lugar para escucharse de nuevo.   Aquí la información del retiro https://miriamsole.es/retiro-detox-otono-hakomi-energia/

🌿 Formación en Hakomi 

Un camino de aprendizaje basado en no violencia, mindfulness y organicidad.
Descubrirás otra manera de acompañar: con respeto, curiosidad y calma.
Si sientes que tu forma de ayudar puede ser más humana, esta formación es para ti. Investiga más en la web de Hakomi. https://hakomibarcelona.es/creencias-nov2025/

Miriam Solé

Espacio de Salud Miriam Solé.

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